martes, 2 de julio de 2013

Fresa y chocolate

A veces te encuentras con familias con varios hijos y siendo todos del mismo padre y la misma madre, uno puede salir un estudiante de primera y el otro no dar un palo al agua. O uno un deportista nato y el otro un vago de cuidado. 

Y hay quien se pregunta que cómo puede ser eso, siendo ellos hermanos y habiéndose criado todos igual.
Pues eso es porque todos los niños, aunque sean de la misma madre y del mismo padre, vivan en la misma casa y coman en la misma mesa, no se crían igual. 

Yo lo he intentado. Por aquello de que luego no me vayan a echar en cara que con una lo hice así y con la otra asá. Lo he intentado. Y es imposible.

El hecho de que una haya nacido primero y la otra después, ya es un hándicap.
Una se ha criado como casi-hija-única durante los dos primeros años de su vida, y la otra ha tenido que compartir juguetes y padres desde el día en que nació. 
Con la primera me encargué desde el primer día que no hubiera gérmenes a un kilómetro a la redonda de donde ella estuviese, esterilizando cualquier cosa susceptible de llevarse a la boca. La máquina esterilizadora estaba encendida día y noche. 
Con la segunda, el día que me dieron el alta al salir del hospital se me cayó su chupete al suelo y al no tener ningún otro a mano (ni esterilizador cerca) lo cogí, lo esterilicé de un chupetazo (en mi boca) y se lo dí. Se lo dí no tan tranquila, pero sorprendentemente sobrevivió al suceso. Así que el esterilizador dejó de funcionar tan asiduamente.

Y como estos ejemplos, una vida. Las dos disfrutan sus ventajas y sufren sus inconvenientes, porque no puedo criarlas de la misma forma al 100%. 

Y ese pienso que es el motivo de que la mayor sea más de chocolate y la chica prefiera la fresa.




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